Los primeros síntomas se hicieron notar con un largo silencio, un tiempo en el que no pasaba nada. Simplemente estar. Qué placer.
Después, una llamada: oye, he pensado hacer unos vídeos para los pacientes del hospital con pequeños ejercicios para que puedan estar más tranquilos, como no pueden recibir visitas. Qué buena iniciativa. Hago un par de gestiones, lo que está en mi mano. Espero que salga.
Miro por la ventana. La calle vacía, hasta que aparecen dos militares. Se me encoge el corazón.
Pero ella ha llegado, al menos hoy, con más fuerza que el miedo. Las ideas bullen en mi cabeza; cuántas cosas, grandes o pequeñas, da igual, se pueden hacer para acompañarnos en estos tiempos difíciles.
Hoy se debería haber celebrado una boda en mi familia. No pudo ser. Sin embargo, la primavera, al menos hoy, es mucho más potente que el virus. Con esa potencia que da el amor nos movilizamos todos, los de aquí y los de allá, para gritar al mundo: ¡que vivan los novios, que vivan las flores!
https://youtu.be/BopHd_3bjrc
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