Vaya.
Coño. Joder.
Echo de menos a mi perrita.
Hoy volvió a salir el sol.
Me olvidé del paraguas y el periódico anuncia lluvias, aunque también calima, así que quién sabe.
Hay tanto silencio que me pitan los oídos. Tantas palabras no dichas, llenas de frustración, de dolor, de tristeza, de rabia, de impotencia; metidas en una cajita, encerradas bajo llave hasta nueva orden. Son tantas, tantas y tantas que no tengo nada que decir. Yo que me dedico a la comunicación me quedé en blanco, sin argumento, sin tema. Muda.
Y sin embargo, tengo tantas cosas que decir.
Que se murió mi perrita y la echo de menos. Que esta época de tránsito está llena de malos y también buenos momentos. Que hay belleza en la tristeza. Que el corazón, hoy, lo siento más fuerte y más tierno. Que encontré, en mi nuevo camino que es viejo al mismo tiempo, muchos puños cerrados y también, qué suerte la mía, muchas manos tendidas. Que estas últimas son las que hacen posible que mi corazón siga entero y abierto.
Que a pesar del ruido y a pesar del silencio, seguiré usando mi voz para decir lo que pienso, lo que quiero, lo que siento.
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