NN (versión libre)

NN (versión libre)

Día 44. No sé si la expresión más repetida en las últimas 24 horas ha venido, como el coronavirus, para quedarse. Como conozco a los de mi gremio, sé que habrán estado dándole al coco durante muchos horas hasta que a alguien se le ocurrió bautizar con tremendo término -propio de una novela de Orwell- la etapa que irá desde la última fase -como en las pelis de ciencia ficción- hasta que por fin haya medicamento o vacuna. O al menos esa es la traducción que, con las neuronas que me quedan, hago de la ya famosa “nueva normalidad”.

Como de momento no hemos perdido todos los derechos, aquí van algunas pinceladas de mi particular versión de la NN, fase menos uno:

Caminar por la calle en zigzag: este método que estoy pensando patentar tiene varios fines. El primero, sortear a los que vienen de frente para guardar la distancia debida. El segundo, y no menos importante, cazar rayos de sol, fuente de vitamina D, tan necesaria para nuestro sistema inmune. Añado en este apartado la posibilidad de ir despacito por en medio de la calle sin peligro de que te atropelle un coche. Toda una experiencia, cortesía de esta NN mía.

Abstinencia de informativos diarios y no diarios: mi médico me los había quitado hace ya algún tiempo, así que en realidad no los echo de menos. Solo están permitidas las ruedas de prensa imprescindibles para saber cómo operar en el día a día y las portadoras de noticias muy, muy, muy positivas. De lo demás ya se encargan los nuevos voceros que poco a poco han acabado con el sentido de la profesión para la que me formé.

Otras abstinencias: reproducir en voz alta mis pensamientos y sentimientos cuando veo, como hace un rato, a dos amigos saludarse efusivamente, beso y abrazo incluido. Que no son otra cosa que una rara combinación de añoranza e indignación ante un gesto que entiendo pero que, a día de hoy, en plena fase cero, no comprendo.

Recrearme en los pequeños, minúsculos detalles, escenas que me brinda la vida cotidiana para sonreír o para darle alas a mi imaginación. Hoy, dos viejitos, uno más que otro, que se apoyaban en lento caminar de regreso de la avenida. ¿Serán hermanos? ¿Dos vecinos que se acompañan? Si yo tengo un lío monumental con lo que se puede o no se puede, ¿qué habrán entendido ellos? Y más aún: ¿no era que las personas mayores vuelven de alguna manera a su infancia? Pues serán padre e hijo en el ejercicio de su derecho recién adquirido a un poco de aire libre. En todo caso, la estampa me regaló un instante de ternura, tan necesaria en estos días.

Más sol, más luz, más aire: al menos una dosis diaria. Esto me lo prescribo yo para la NN y N que venga después, que no sabemos cuánto de N será y cuánto quiero que sea para mi vida. Porque si esta experiencia tiene que servir para algo, yo apuesto por relativizar la N de normalidad, que al fin y al cabo siempre está en veremos, y por incorporar a nuestra existencia más S (sabor, sorpresa, singularidad, sensualidad, sentimientos) y muchas, mucho más A (amor, amigos, y cuando se pueda, abrazos bien apretados).

(Para galimatías, el regalito musical de Manolo Benítez).

 
Desinquieta desescalada descalza
Ensueño
Otro domingo que no vamos a misa