Hope

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Día 29. Durante casi un mes en el que no he parado de darle al teclado he logrado no juntar las letras que forman la palabra “hospital”, esa que durante los últimos veinte años ha estado siempre, en algún momento del día, en mi boca. Hoy, por fin, dejo que salga por mis dedos. Me rindo.

El hospital, escribo una vez más. Mi casa laboral, el lugar donde he crecido y madurado como profesional y como persona, fuente de muchas alegrías y algunas rabias y tristezas. El hospital, insisto. Ese edificio que vi crecer, que estrené y donde han nacido y se han hecho adultas tantas criaturas mías. El hospital, donde tuve que lidiar con crisis de todo tipo, aunque ninguna, desde luego, comparable con la que están librando ahora otros profesionales.

Decir hospital significa tantas cosas para mí.

Es volver a mis 30 años, a la inseguridad que me producía ponerme por primera vez, sola y sin red, al frente de un proyecto de mi propia invención. Es constatar mi solidez profesional de hoy y también ser consciente de todas las dudas que aún me asaltan, esas que me hacen sentir que la llama sigue encendida.

Es perderme por los pasillos hasta sabérmelos de memoria. Es liarme en la intrincada organización hasta formar parte de ella.

Es el aprendizaje impagable que dan los incontables momentos difíciles, delicados, y surrealistas en algunos casos, que he vivido cuando me dedicaba a la comunicación sanitaria y de los que he salido más o menos indemne, siempre con una anécdota más para cuando pueda contarlas.

Es tener la oportunidad de poner mis conocimientos y mi creatividad al servicio de otras personas y comprobar que eso que hago y que doy, aunque no sea esencial en el sentido estricto de la palabra, es útil y tiene sentido.

Para mí decir hospital es sobre todo hablar de las personas. De quien me dio la oportunidad de lanzarme de lleno a la piscina y de quienes confiaron en mí a lo largo de los años. De quienes hoy son mis compañeros de camino. De todas y cada una de las personas con las que he colaborado y siguen aún ahí para, mano a mano, hacer realidad pequeñas y grandes cosas.

Decir hospital es hablar de los pacientes. Ellos, te dediques a lo que te dediques, son siempre el faro de todo gesto.

En cada día de confinamiento siempre tengo varios momentos en los que la palabra hospital se cruza en mi cabeza, y con ella me visitan también profesionales y pacientes, personas conocidas y otras desconocidas que habitan o transitan por ese lugar donde la vida y la muerte, la enfermedad y la salud, van siempre de la mano.

Después de casi un mes, me atrevo a escribir, negro sobre blanco, esta palabra que evité a conciencia. Y mientras las letras se van juntando, llaman otras a la puerta, palabras que quieren compartir espacio con ella: emoción, agradecimiento, esperanza. Esta última, por favor, en mayúsculas.

(Selección musical de Manolo Benítez).

 
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