Día 54. Toda la mañana tratando de desentrañar los misterios del BOE y, justo cuando me había dado por vencida, unos vecinos del barrio me regalan el siguiente resumen:
– El número uno es que puedes salir todo el día. Y con el coche. Por ahí y por allá.
– ¿Todo el día?
– ¡Y bañarse!
Esto último lo dijo el hombre con tanto entusiasmo que los presentes –esto es, la pareja de ancianos con los que charlaba y yo, asomada a mi ventana mientras me tomaba el segundo café de la mañana- pudimos imaginar su chapoteo en la orilla de la playa. Hasta alguna salpicadura nos llegó con tanta alegría.
No sé si todos los detalles del titular cuadran con la letra pequeña del Boletín y con los añadiduras que deberán poner las respectivas autoridades autonómicas y locales. En todo caso es una perfecta síntesis de lo que está en la mente de muchos en cuanto a libertades individuales se refiere –pongamos también unas cañas y unas aceitunas con vistas a la marea- y de lo que está por venir -más cambios para nuestra vida- el lunes.
Igual que puedo visualizar los pequeños detalles del primer baño de mar del vecino, si cierro los ojos mi fantasía particular para “el número uno” es un café con croissant de jamón y queso, el pelo mojado y los ñoños llenos de arena. O esas cañas con lo que sea mientras contemplo la puesta de sol. O un almuerzo festivo con las amigas. O una merienda familiar. O un paseo en coche con mi compañero de aventuras por media isla.
Cuando los abro y vuelvo al BOE y a los resúmenes y gráficos varios de la prensa local y nacional, la realidad es que cada permiso nuevo, cada conquista, cada avance va acompañado de tal grado de estrés e incertidumbre que lo que me pide el cuerpo es hacer una evaluación de costes y beneficios. ¿Seré capaz de tomarme una sola cerveza para no tener que ir al baño? ¿Podré guardar la distancia, reprimir los abrazos?
Si me atengo al bullicio de las calles y al hecho cierto de que la pandemia no ha acabado, mi sexto sentido y mi sentido común me dicen que siga fantaseando un poco más, en casita. Que disfrute mañana domingo de lo que queda de silencio, del cielo limpio y de los aperitivos en la cocina. Que vaya despacio, que lo que tenga que ser, será; en el uno, en el dos, en el tres o cuando sea.
Mientras, sigo haciendo mis pinitos con la mascarilla. Y voy pidiendo hora en la terraza de abajo. Por si acaso.
(Manolo Benítez va ambientando el gran momento).
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