Nos vemos detrás de las piedras

Nos vemos detrás de las piedras

Día 96. Llevo desde la semana pasada con este título en la cabeza, el que cerrará el diario loco que emprendí el día en que unos enmascarados me recibieron a la puerta de mi trabajo y un bocadillo de jamón y queso me salvó de mis neuras a base de una buena ración de escritura, tan efectiva que se me quitó casi todo y me recordó lo bien que me lo paso cuando le doy, así sin pensarlo mucho, a la fantasía y a al teclado.

El título es bueno, sí, para quien lo entienda. Que solo serán, con un poco de suerte, los seguidores de Outlander, una serie en la que la protagonista avanza o retrocede dos siglos con solo cruzar unas enormes piedras. Y aunque en ambos lados suceden mil batallas, la diferencia, al menos la que a mí hoy más me interesa, es que ella es enfermera a mitad del siglo XX, así que cuando va hacia atrás en el tiempo, con su maletín lleno de remedios y sus conocimientos, es capaz de poner freno a muchas dolencias, para el asombro de la gente, más porque es mujer y ya se sabe.

En tres meses hemos retrocedido tanto, en derechos, en libertades, en vidas humanas, en trabajos, en muchos aspectos materiales e inmateriales que costó sangre, sudor y lágrimas conquistar, que no sé si habrá maletines de doctora Queen suficientes ni piedras mágicas en Escocia que puedan arreglarlo. Mi alma de periodista me invita a que ponga los datos fríos, para que conste; mi vena de bloguera, que me deje de numeritos y siga con el cuento, mucho más entretenido -eso me han dicho los que dicen que me leen- que esta cruda realidad que nos acecha a todos.

Así que hoy me despido vestida de Brianna, la heroína de la historia. Vuelvo a cruzar las piedras, hacia el siguiente capítulo, con la hoja aún en blanco. Llevo en la mano -un poco temblorosa, tengo que confesarlo- un maletín mágico; en la cartera, los rostros de las personas que me acompañan en este viaje; y en mi cuerpo ávido de abrazar sin restricciones, y en mi corazón, todo lo que descubrí desde mi ventana. 

(Manolo Benítez pone el broche final).

 
Mascarillitis aguda
Aquí y ahora
Cucharadita de realidad, respiro