Por ahí viene

Por ahí viene

Día 91. Por la esquina se acerca el lunes, con su lista de preguntas sin respuesta bajo el brazo, con sus órdenes y sus recomendaciones, con su promesa de un nuevo ciclo y su garantía de que no hay garantías posibles. Con todo un decreto -mira si es importante- que regulará nuestras vidas hasta que la ciencia adelante otra barbaridad. Me lo leí enterito, curiosidad de periodista y de ciudadana, hasta me arrellané en el sillón y me puse las gafas especiales para grandes novelas con letra pequeñita. De tanto que lo anunciaron me hice la ilusión de que, por una vez, no tendría que elaborar mi propio manual ni andar inventando. Tremendo chasco.

Ahí viene el lunes, rapidito, casi se pueden escuchar sus pasos. Con la mascarilla por bandera: azul y amarilla con el escudo del equipillo; con todos los filtros, sellos y garantías, aunque esa palabra esté un tanto devaluada y la experiencia inmediata nos diga que igual las retiran en el próximo minuto; hecha a mano, en casa, en la tienda de la esquina, comprada en la farmacia, conseguida de estraperlo, sacada del armario de las provisiones donde también aguardan -por si acaso- el aceite, las latas y el papel higiénico. Incluso con un lindo bordado.

Vacilantes nosotros, firme él, porque no hay quien pare el tiempo y el lunes próximo está a punto de llegar, con advertencias para casi todo, con medidas preventivas y sin medida para la imaginación, que de momento es libre y gratis: así que podemos aprovecharla y, de la misma manera que dibujamos con ella la incertidumbre que nos dejan las respuestas que saben a pregunta, también podemos usarla para impregnarnos de otros higienizantes, tanto o más necesarios, de los que, con todo este lío. es fácil olvidarse, como la confianza en nuestra propia naturaleza, el optimismo, la generosidad, la alegría, la compasión, la esperanza. 

La semana comienza. Y si a pesar de la confianza y del optimismo y de la generosidad y de la alegría y de la compasión y de la esperanza no se aplaca del todo el temor y el temblor, ya solo nos queda un gesto: dar las gracias. 

(Manolo Benítez pone la música).

 
Aires de romería
Que no lo mismo pero es igual
Las cosas de esta incierta, absurda y bella vida